En estos tiempos en los que el culto al cuerpo cobra especial relevancia, en una actualidad en la que el “running” se ha convertido en un fenómeno social, de moda, de vanguardia, quizás sea preciso efectuar una pequeña reflexión complementaria a esta corriente saludable que una parte importante de la población ha decidido instaurar en sus hábitos diarios.
El autocuidado corporal y/o culto al cuerpo se ha convertido en una línea fundamental en el devenir de las vidas de muchas personas; bien es verdad que se antojaba muy necesario un cambio de mentalidad en relación el la salud, en este caso, con la práctica del ejercicio físico como un factor de protección cardiovascular y físico en general, a fin de combatir el sedentarismo y la inmovilidad que tantos problemas de salud puede acarrear. Ya no es raro encontrarse a personas, de todas las edades, caminando o corriendo a modo de práctica habitual de ejercicio físico, al igual que otros muchos optan por acudir al gimnasio y autoimponerse rutinas de entrenamiento deportivo. Es muy positivo este cambio de mentalidad, al querer instaurar el ejercicio físico como hábito de vida.
Pero, ¿qué ocurre con el entrenamiento mental? ¿Por qué en esta sociedad en la que existen tantos casos de demencias no existe un hábito generalizado de prevención del deterioro cognitivo? Fortalecer nuestro cuerpo es magnífico, pero ¿qué ocurre con nuestras neuronas? ¿Existe una conciencia en la población sobre la importancia de la prevención del deterioro mental? Bien es verdad que comienza a atisbarse un pequeño cambio de mentalidad poblacional en este sentido, todavía queda mucho trabajo por hacer, a nivel de mentalización psicosocial sobre la necesidad de entrenar las funciones cognitivas como factor preventivo ante los posibles problemas de memoria, atención, lenguaje, etc, que puede llevar asociado el deterioro asociado a la edad o el deterioro patológico relacionado con el diagnóstico de una demencia. Por esta razón es fundamental la concienciación de la sociedad acerca de la implantación de una “gimnasia mental” que sirva como entrenamiento preventivo y de mantenimiento de las funciones cognitivas. Si ejercitamos el cuerpo también debemos ejercitar la mente mediante actividades de entrenamiento y/o estimulación cognitiva. Cuidemos nuestro cuerpo, mimemos nuestra mente, amemos el valor de nuestra vida.
